Quemado

Oeste Legendario 073

En Stacked Plain, Texa, Nuevo Méxio, 1865

Hacía un sol de cien mil demonios en orgía celebrando el abrasador calor del Llano. El jinete, un hombre joven, alto, fuerte, de expresivos ojos grises de dura mirada, sacó un pañuelo del bolsillo de la cazadora y se lo pasó por la frente, echando hacia atrás el sombrero.

—Hace un sol de muerte —masculló—. Pero ha valido la pena. ¿O no?

A veces la duda llegaba al cerebro y, sobre todo, al corazón de Aleck Kellaway. ¿Había valido la pena realmente, dar el gran rodeo para encontrar y matar a un hombre?

—Sea como sea —continuó pensando Kellaway—, Elliot Kimberley ha muerto. Lo he matado. Tenía que hacerlo. Y ahora... ahora puedo regresar a casa.