Libro: Dulces para esa dulzura - Bloch, Robert

Dulces para esa dulzura

Bloch, Robert

Irma no tenía figura de bruja.

Tenía unos rasgos menudos, regulares, un cutis melocotón y crema, ojos azules, y cabello rubio, casi ceniciento. Además, era una niñita de ocho años.

—¿Por qué la fastidia así? —sollozaba miss Pall—. De este modo le vino la idea, al principio: porque él la llama brujita.

Sam Steever acomodó nuevamente la voluminosa barriga en el crujiente sillón giratorio y plegó las gordas manos sobre el regazo. Su adiposa máscara de abogado permanecía impasible; pero estaba bastante afligido.