Mis amigas las truchas

La calidad literaria de Miguel Delibes (Valladolid, 1920) ha quedado claramente demostrada desde que se le concedió el premio Eugenio Nadal 1947 por su obra La sombra del ciprés es alargada. A partir de entonces su labor ha sido muy fructífera y muy bien acogida por el público.

Basta citar El camino, Mi idolatrado hijo Sisí, Las ratas, Cinco horas con Mario, etc., libros que han adquirido un renombre mundial. Pero Miguel Delibes no se ha limitado al campo de la novela. Amante de la naturaleza y del deporte cinegético, ha escrito varios libros sobre la caza, en los que a modo de agenda nos cuenta diversas experiencias personales. Recordemos Diario de un cazador, Con la escopeta al hombro y Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo.

La pesca es otra de las aficiones de este autor, pero sobre este particular todavía nada había contado. Por primera vez sale, pues, a la luz una obra en la que nos relata sus salidas por los ríos castellanos -el Órbigo y el Rudrón, principalmente- durante las temporadas comprendidas entre 1972 y 1976. Una vez más nos deleita con la minuciosidad de sus descripciones, el cuidado por el detalle y la fluidez y espontaneidad del lenguaje, quedando patente, además, el espíritu de deportividad del narrador.