Los cantos de Maldoror
Lautréamont, Isidore Ducasse, conde de
Sinopsis Breve introducción
El primer efecto producido por la lectura de este libro es de asombro: el énfasis hiperbólico del estilo, la salvaje rareza, el vigor desesperado de la idea, el contraste de ese lenguaje apasionado con las más insípidas lucubraciones de nuestro tiempo, arrojan de antemano al espíritu en un profundo estupor.
Alfredo de Musset habla en alguna parte de lo que él llama «la enfermedad del siglo»: es la incertidumbre del futuro, el desprecio del pasado, o la incredulidad y la desesperación. Maldoror está contagiado por ese mal, se hace perverso, y dirige hacia la crueldad todas las fuerzas de su genio. Primo de Chudre-Haroid y de Fausto, conoce a los hombres y los desprecia.
El ansia le devora, y su corazón, siempre vacío, se agita sin cesar en sombríos pensamientos, sin poder alcanzar nunca ese fin vago e ideal que busca y adivina. No seguimos con el examen de este libro. Hay que leerlo para sentir la poderosa inspiración que lo anima, la desesperación sombría que se derrama por sus lúgubres páginas.
A pesar de sus defectos, que son numerosos, la incorrección del estilo, la confusión de los cuadros, esta obra, creemos nosotros, no pasará confundida entre las demás publicaciones del momento: su originalidad poco común nos lo garantiza.