Un zoo en mi equipaje

¿Cómo se empieza a formar un zoológico?

A costa suya, pero para nuestra diversión, Gerald Durrell ha encontrado las engorrosas, complicadas y divertidísimas respuestas a tan insólita pregunta, y en estas páginas nos describe con su habitual y cálido entusiasmo las bufonadas de los animales y las singularidades de los hombres.

Empezando, por así decirlo, la casa por el tejado, el autor viajó a África Occidental para reunir una colección de animales raros que comprende desde gálagos y chimpancés hasta ranas arborícolas y mambas verdes. El fon de Bafut, su viejo amigo (y también nuestro), fue una vez más un anfitrión jovial y lleno de recursos, y Gerald Durrell hizo su curioso equipaje y regresó a Inglaterra. Hasta aquí todo fue bien.

Sin embargo, un zoológico no puede guardarse indefinidamente en el equipaje, como el autor tuvo ocasión de comprobar cuando se vio envuelto en una larga batalla con el ayuntamiento local a propósito de los posibles emplazamientos.

Mientras tanto, desesperando a los vecinos y provocando la intervención de la policía, el zoológico fue instalado en una tienda levantada en el jardín posterior de la casa de Gerald Durrell, de donde fue por fin rescatado, y la aventura tuvo un desenlace más feliz de lo que nadie, y menos que nadie su propio dueño, habría podido imaginar.